“No soy mamá aún… pero soy tía, hija y sigo siendo niña”
“No soy mamá aún… pero soy tía, hija y sigo siendo niña”
“Cuando tengas hijos vas a entender”, “Ah eso dices porque no eres mamá, pero espérame a cuando lo seas”… por algún tiempo estas frases hicieron que sintiera que no cumplía con “el grado social” para cuestionar la manera en la que en general se educa a los niños… sin embargo, internamente pensaba ¿qué me hubiera gustado que me dijeran cuando tenía su edad? Y me daba cuenta que los niños son lo más divertido y simple, que a los que nos encanta complicarnos las cosas es a los que tenemos mucho más de 7 años de edad.

Una de las mejores experiencias que he vivido hasta ahora ha sido ser tía, porque me ha hecho ser consciente del impacto real que, el entorno y quiénes formamos parte de él, tenemos en los niños que nos rodean y desde entonces me ha gustado pensar que cuando nacemos somos como un lienzo en blanco, en el que conforme vamos creciendo, vamos agregando colores a través de nuestras experiencias y con quiénes las compartimos.
Lo que aprendemos cuando estamos chiquitos tiene un importante peso en nuestra vida adulta y más si vamos en piloto automático la mayor parte del tiempo. Cuando tenemos de 0 a 6, 7 años, se forma nuestro inconsciente; ahí es donde vamos guardando las creencias con las que crecemos, esas contribuciones de nuestros papás, hermanos, abuelos, amigos, maestros, el lugar que explica mucho de quiénes somos hoy.
¿Alguna vez has notado que por varias generaciones en tu familia han crecido con cierta creencias, o incluso muchas que ya se han convertido en tradición y parte de la “personalidad familiar”? Cuando me hice consciente de esto, me explotó la cabeza… me di cuenta que aunque aún no sea mamá, ya tenía un gran impacto en mi sobrino, y elegí asumir la responsabilidad desde mi rol de adulto para sumar en su formación, fue ahí fue cuando pensé:
“¿Y si ayudo a que su inconsciente esté equipado de una caja de herramientas en la que sea talentoso, que le brinde opciones para elegir cuando necesite la herramienta que más le funcione en cada momento que viva y que lo haga desde un lugar de consciencia, presente y experto de él mismo? Y es que “cuando somos niños, somos como esponjas”. ¡cuanta verdad hay en esto!

Sin duda alguna mi inconsciente se equipó de aquello que aprendí durante los primeros años de mi vida, pero hoy desde la consciencia he decidido qué me funciona y qué elegí reajustar a quien soy hoy, así como posiblemente lo hayas hecho tú también y muchas las personas que nos rodean; pero lo que también es cierto es que cada vez escucho más: “¿por qué esto no me lo enseñaron en la escuela?, ¿por qué no además de aprender matemáticas nos enseñan a conocernos mejor?” Y muchos terminan diciendo: “cuando tenga hijos voy a enseñarle que esto es prioridad”…
y tú: ¿qué es eso que hoy dirías “POR QUÉ NO LO APRENDÍ CUANDO ERA NIÑO?”
Muchos nos somos papás, pero todos alguna vez fuimos niños y posiblemente hoy por hoy estamos rodeados de por lo menos un niño en el que podemos sembrar una semilla que lo ayude a vivirse más conscientes de sí mismo.
Estoy convencida que ser experto en uno mismo hace TODA la diferencia en la manera en la que vives la vida, el irte diseñando tu propia caja de herramientas con ayuda de diferentes estrategias, se convierte en tu brújula que refuerza tus motivos;

Justo esto es lo que buscamos a través de los programas de Balangoo: Ayudar a que chicos y grandes se construyan como expertos conscientes de si mismos y de quienes les rodean. A través de nuestro modelo híbrido y circular de experiencias de crecimiento.
Estamos seguros que entre más pronto lo aprendemos, es más sencillo incorporarlo como parte de nuestros conocimientos y hábitos; es un trabajo que empieza y la verdad que no termina, pero que ESE es el truco.
¿Te animas a echarte el clavado para volverte experto de ti mismo?
¡Esperamos saber pronto de ti!
Daniela